AutoMaestría
Hay un proverbio Zen grabado en el arco de la puerta por la que se accede a mi escritorio:
El Maestro en el Arte de Vivir
apenas distingue entre
sus obligaciones y sus aficiones,
su trabajo y su ocio,
su mente y su cuerpo,
su educación y su recreo,
su amor y su religión.
Simplemente persigue su visión de la excelencia
en todo aquello que hace,
dejando a los demás que decidan
si está trabajando o jugando.
Para él, siempre está haciendo ambas cosas.
Sólo para que lo sepáis.
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